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Refugiado, protegido, esperando que diluya la tormenta. Todo pasa, pasa y queda en una habitación en penumbra. En la calma habitando lo ominoso, conviviendo con el miedo, aferrado a la llama que no marchita. Simbiosis de sombras y sol, apagado, centellante, luminoso; dormido en los pastizales, somnoliento en el río, insomne en el bullicio. La moneda gira deambulando con la suerte y el azar, la turba silenciosa espera que el haz de luz haga combustión. Arderá, arderá sin control, entre tanto, mirando desde el limbo las historias que pasan.
Cuando pase la tormenta
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