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Crear, crear.

    Camino en la noche sintiendo el aire que sale de mi boca se hace parte de la atmósfera. Al atravesar el puente de la av. Sarmiento observo como la niebla produce una sinfonía armoniosa con las luces rojas de los autos. Cierro uno de los ojos, enfoco el otro y disparo con el parpadeo. He sacado millones de fotografías con los ojos. La imagen se alojará en el cerebro y desaparecerá pronto, me es indiferente.


    Tengo la Nikon en la mochila, pero me da pereza o admito que hay pocas escenas que me generen el sacar cámara. Sigo caminando, pienso en cómo filmar la historia de una mujer que me contó que hace años que escribe en una libreta su búsqueda por el beso perfecto. Ahora estoy con el cine, antes fue la fotografía, entre medio la escritura y mañana desconozco. Nunca me he cuestionado sobre los cambios en mi búsqueda artística. Cuando lo hago es porque alguien, afanado en definirme, me pregunta.


     Creo que obedece a esa manía universal de enfrascar la creatividad bajo la tutela de las disciplinas. Disciplina, que en otra acepción, me recuerda a Foucault, Deleuze, Feyerabend, Guattari y a una vecina que muy sabia que un día se cansó de todo y se fue a recorrer América Latina. Lamento no traer el mate, de hacerlo estaría sentado intercambiando pareceres con ellos. Ya me olvidé del guion, suele pasar.

     

     Los haces de luz de los faroles de los autos atravesando la neblina embellecen las siluetas de las personas a los contraluces. La cámara continúa en la mochila y la libreta de anotaciones está perdida en algún cajón de mi casa, se quedará la imagen y lo que escribiera de ella en la memoria.


     Algo detiene mi andar acelerado, el monumento de José Enrique Rodó realizado por Belloni. Hace muchos años, cuando la adrenalina por capturar ese afuera en imágenes era incontrolable, pasé horas fotografiando esa obra.


     Saqué la cámara, envuelto en esa neblina desfiguradora del espacio y tiempo, sintiéndome como Jhonny, aquel personaje de Cortazár que solo “habitaba” cuando tocaba su música. Tomé la foto para que no se pierda en los recovecos de mi cerebro, quedará ahí en alguna tarjeta SD. Cuando pase la niebla pensaré en algún texto sobre habitar, ser partícipe de este mundo, romper, crear...

Crear, crear.

©  Aníbal Nario

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