top of page

Sobreviviendo al olvido: los qom en Argentina

 

Publicado en Revista Lento, La Diaria, 2023.

 

los qom en argentina

     En Argentina casi un millón de personas se reconocen como pertenecientes o descendientes de un pueblo indígenas u originario, según el último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del 2010. En el Chaco, una de las provincias más pobres del país, unas 42 mil personas son indígenas, de los cuales la mayoría son qom. Los qom son uno de los 34 pueblos reconocidos por el Estado y constituyen la segunda población indígena en el país, detrás de los mapuche.

 

     En el baño de la pieza del hotel, Amalia miraba absorta el agua fluir del grifo. Juntó sus manos arrugadas y con las palmas diseñó una cueva para retener el líquido. No era la primera vez que veía el agua cristalina, no obstante, no le dejaba de causar asombro que al abrir y cerrar una canilla se la obtuviera con tanta facilidad.

     Más tarde, cuando la producción del programa televisivo en la que concursaba su hijo la llevó en un vehículo al estudio para presenciar las instancias finales, se quedó horrorizada al ver el mundo del otro lado de la ventana. Unos hombres que lavaban despreocupados un automóvil en la calle fueron los causantes de una lágrima que venció su voluntad. Amalia no podía creer que la gente desperdiciara el agua de esa forma, lo mismo ocurrió cuando vio a otros dejar restos de comida y pensó en la agonía de su madre, años atrás, fallecida de desnutrición en el lecho de la cama.

     Al volver al hotel le pidió a un empleado las botellas que los huéspedes iban dejando. Abrió el grifo del baño y las llenó, haciendo espacio en el equipaje para que entrara la máxima cantidad. De regreso a su casa en El Colchón, un paraje del Impenetrable chaqueño, reunió a los niños qom de los alrededores y les obsequió las botellas. Las sonrisas de aquellos rostros que no creían que el agua era transparente aún persiste en la memoria de la mujer.

     A años de ese episodio, en una parte del monte, rodeado de espinillos que se entrecruzan y obligan a caminar encorvados, me dice que no hay palabras que describan el hambre. La voz se quiebra y me confiesa que el dolor más grande es la impotencia de observar a los niños famélicos. “Pasé mucha hambre y sed, por eso no resisto cuando veo que tiran comida ¡No entiendo, se podría alimentar a tantos niños de acá! Hay niños que no tienen para comer. Verlos me trae muchos recuerdos de mi niñez. Este es un lugar que nadie sabe que existe”.

     Amalia es una qom, una etnia que forma parte de los guaycurúes, grupo de origen pámpido patagónico. Son originarios de la región del Chaco Central y en la actualidad también se los puede encontrar en asentamientos en los grandes polos urbanos del país. Eran nómadas, vivían en viviendas simples, fabricadas con ramas, juncos o pieles de animales. Los hombres se encargaban de la caza y la pesca y las mujeres de la recolección de frutos como la algarroba, el chañar, el mistol, higos de tuna, raíces y miel silvestre. El eje central de su sociedad se basaba en la organización familiar, distribuidas en bandas que al unirse formaban una tribu.
   

Qom. El chaco
Google. Amalia. Chaco. Pueblos originarios
El impenetrable. El chaco. Argentina
El Impenetrable. El Chaco. Argentina.

  Las expediciones militares encabezadas por el Estado argentino en el Chaco con el objetivo de conquistar y ocupar territorios se iniciaron bajo el mandato de Domingo F. Sarmiento y se extendieron de forma violenta hasta el siglo XX. Las poblaciones indígenas fueron despojadas de esas tierras, reprimidas, perseguidas y forzadas a adaptarse al sistema de los conquistadores. Esto provocó una importante pérdida cultural.

     El Impenetrable es una inmensa zona de bosques nativos que abarca el noroeste de la provincia del Chaco, parte de Salta, Formosa y Santiago del Estero. Su nombre responde a la vegetación cerrada, espinosa y a la escasez de agua con la que se encontraron los primeros exploradores europeos y criollos. En su interior existen unos treinta parajes habitados por comunidades indígenas, wichís y qom, y campesinos y pequeños productores rurales. Si bien las condiciones pueden cambiar de un paraje a otro, sobre todo, en el acceso a servicios, la pobreza y la marginalización son permanentes.

     En lo que se conoce como la boca del Impenetrable se encuentra el paraje de El Colchón. Las casas son de ladrillos, construidas a través de planes de viviendas, algunas tienen extensiones de chapas o lonas que amplían las habitaciones. En las sociedades qom se mantienen la figura del cacique, en especial, para hacer de nexo con las instituciones gubernamentales y sociales. Sin embargo, en la actualidad prevalecen las asociaciones comunitarias con votaciones democráticas.

     Amalia me conduce por el monte lindero a su casa. Desde la cima de un barranco observo, en la zanja que se forma debajo, un charco extenso. De allí beben los cerdos y hasta hace poco surtía a la familia y a otros moradores. El agua es el oro de la región. Las lluvias en la provincia son variables con ciclos de años secos, normales y húmedos, eso sin considerar la evaporación que provocan los intensos calores. En el paraje un acueducto llega hasta la escuela, aunque los pobladores se quejan de que suministra solo a puntos claves. Conseguir el líquido depende de los recursos que se posea. Hay quienes se conectan ilegalmente del acueducto; los que pueden pagar los costos perforan el suelo; otros compran agua al municipio, que la lleva en camiones; muchos recolectan de las lluvias en cisternas de cemento o barriles de plásticos; y por último los charcos.

     Mientras caminamos, la mujer me introduce en el conocimiento de la flora y la cosmovisión de su pueblo. El monte, las plantas, los ríos tienen entidades que son los Dueños y se les debe pedir permiso al recolectar frutos, cazar, pescar o ingresar a sus dominios. Si se excede cazando o talando madera, los espíritus aparecen y emprenden acciones nocivas en contra de esas personas. Las plantas, hierbas y cortezas de árboles son muy utilizadas para las curaciones que realizan una figura central, el pi’oxonaq o piogonak, históricamente fueron los guías de la comunidad, los guardianes del conocimiento. Los qom para que los entiendan recurren a la comparación con el profesional médico.

     La brujería, hacer el mal, está muy presente en la cotidianidad. Los encargados son los brujos y brujas, pero también hay pi’oxonaq con poderes específicos para ese fin. Si en una familia alguien padece una enfermedad, puede repercutir en la totalidad de la comunidad. Las enfermedades son espíritus que penetran en las víctimas en las noches, momento en que tienen menos defensa, y son enviadas por brujos que trabajan por encargos. Para restaurar los equilibrios se recurre a otro pi’oxonaq que se conecta con los espíritus de los otros dominios. Por medio de diferentes técnicas como la succión de partes del cuerpo, cantos, danzas, la preparación de bebidas con plantas, hierbas o cortezas de árboles, se cura al enfermo.

     En la cosmovisión qom el universo tiene diferentes estratos habitados por los seres celestiales, los terrenales y los acuáticos. En el eje central hay un gran árbol, Nawe’Epac, que conecta los diferentes ámbitos. Sus raíces se extienden a la región de los muertos y la copa hasta la celestial. En el plano terrenal No’ouet es la figura más importante y bajo su tutela están las especies y espíritus que la habitan, es el dueño de todo.

     Los pi’oxonaq reciben el conocimiento de diferentes formas. Una de las más comunes es a través de la herencia luego de ser elegido por un pariente cercano. Para su iniciación se dirigen a las profundidades del monte en solitario hasta que llega la revelación de un espíritu que lo acompañará en el resto de su vida. Luego se suben a un árbol sagrado y realizan el canto que les transmitió.

     En la casa Amalia me presenta a su hijo. Luis es un mestizo, qom por parte de su madre, la ascendencia que más se identifica, y criollo de su padre. Hablando de forma suave, con pausas prolongadas y reflexivas, me comenta que de chico se sintió discriminado por criollos y por su propia gente al no ser un qom puro.

     Soy invitado a pasar al fondo donde al aire libre tiene su taller. El centro lo ocupa una pila de chatarra, los materiales los consigue mediante canjes con vecinos. Luis repara motos, bicicletas, aparatos electrónicos e intercambia por objetos que le sean útiles. A los costados, en mesas improvisadas hay baterías y todo tipo de herramientas fabricadas por el ingenio del joven. Su interés en las manualidades proviene de la infancia: objeto que tocaba, lo desarmaba y volvía a armar para aprender el funcionamiento.

     Otro de sus intereses es la artesanía, en especial, sobre madera. Apoyados contra una pared de la casa reposan tablones de diferentes especies de árboles que los convertirá en muebles o esculturas. Luis, agradecido con los Dueños de los bosques, no desperdicia ninguna parte de la madera.

     Un hombre se aproxima en una moto desgastada y polvorienta, necesita una reparación. Luis le explica que es un problema en la cadena y promete dejarla pronta antes que anochezca. Un viento oportuno me permite sacudir la remera húmeda de sudor, el clima es seco y el calor sofocante e impiadoso. Al verme el hombre bromea con que las brisas en el día son tan escasas que se las puede enumerar, pienso que también servirán de excusas para romper la monotonía aplastante del tiempo.

     Luis me enseña una pequeña escultura de una guitarra en madera. Al hablar de la música, su voz abandona el sosiego y los ojos refulgen de una forma diferente a sus otras pasiones. Hace años, agobiado por la pobreza y el hambre, recorrió la provincia y cantaba en las plazas canciones de su tierra a cambio de monedas. Su equipaje era una guitarra y las prendas raídas que llevaba. En las noches dormía en parques o los lugares que se le permitiera. Un día escuchó que un popular programa de competencia de canto de un canal de televisión nacional estaría haciendo casting en Resistencia, la capital de la provincia del Chaco. Decidió participar y logró llegar hasta las siguientes etapas que se hicieron en Buenos Aires.

     Ser conocido de forma efímera, no utiliza la palabra fama, tiene sus cosas buenas y malas, prefiere quedarse con las primeras; gracias a la popularidad y repercusión del show se cumplió con la eterna promesa de los políticos de llevar la electricidad al paraje. Asimismo, desde la capital del país se organizaron colectas de ropas y otras necesidades que fueron donadas a la región. Para su familia consiguió una perforadora e hicieron un pozo de agua.  

     Tras el certamen de música firmó un extenso contrato con un productor. Lo que Luis no sabía es que le obligarían a cantar temas escritos por otros y en sintonía con los ritmos de moda. Negarse a traicionar a su esencia fue su condena al ostracismo, ya que le cerraron las puertas de los circuitos musicales bajo amenaza de multas. Está esperando que finalice el contrato(falta un año) para volver a golpear puertas. Entre tanto, escribe en las noches canciones sobre los qom y la supervivencia en El Impenetrable.

     El pozo de agua queda a unos cincuenta metros de la casa. A pasos de llegar, Luis se detiene y se inclina para recoger un objeto entreverado entre los escasos pastizales y la tierra. Es un juguete pequeño, un hipopótamo, de goma. Le saca el polvo y permanece pensativo con la mirada hurgando en el pasado. Se lo guarda en el pantalón y me comenta que pertenecía a su sobrino, fallecido hace poco víctima de una descarga eléctrica. ..

...

     Para ir desde El Colchón hasta Villa Río Bermejito, a unos veinte kilómetros, hay dos caminos. El más viejo, que penetra el bosque, es de tierra. A los costados se mezcla la vegetación densa con espacios deforestados.

     El Impenetrable durante décadas sufre la deforestación. El objetivo es la madera, el algarrobo y quebracho; tierras para la práctica de la ganadería y los cultivos de soja modificados genéticamente y resistentes a las sequías. En el informe “Causas e impactos de la deforestación de los bosques nativos de Argentina y propuestas de desarrollo alternativas” elaborado por el Centro de Información Ambiental (CIAM), se estima que entre 1998 y 2018 se perdieron 6,5 millones de hectáreas de bosques nativos en Argentina. El 87 % pertenece a la región del parque chaqueño, siendo un 14 % al Chaco. Gran parte fueron desmontes en áreas prohibidas por la ley 26331, conocida como ley de bosques, sancionada en 2007.

     El problema de la tierra en lo relativo a las comunidades indígenas es complejo, según me dicen algunos informantes. A finales de los ochenta y principios de los noventa los reclamos de las agrupaciones indígenas al Estado fueron para recuperar sus tierras en calidad de propiedad comunitaria. Desde entonces, se realizaron entregas de tierras fiscales, en especial en el Impenetrable. Se crearon Asociaciones Indígenas con personería jurídica que nombran comisiones para administrar esas tierras. Los terrenos no pueden ser embargados, enajenados, arrendados a terceros, ni constituirse sobre ellos garantía alguna. Sin embargo, en la práctica la realidad es otra. Por un lado, hay tierras que no tienen acceso al agua. Además, suele ocurrir que terceros aprovechan las penurias económicas de los indígenas y les pagan para realizar talas clandestinas en sus territorios.

     En Villa Río Bermejito conozco a Julio, un qom que vive con Gisela, su pareja, criolla, y la hija de ambos. Julio me dice que en su etnia se nombran como qom o nan qom, que significa la gente. Por lo general, los otros, los llaman toba (de frente larga) cuyo origen se remonta a una expresión peyorativa que le asignaban sus rivales guaraníes.

     Julio tiene dos nombres. El otro, en qom, es Viyen. Prefiere ser llamado así. La elección del nombre puede ser durante el embarazo, interpretando alguna señal, o con el niño ya nacido. En este último caso, un consejo de ancianos lo elige con la aprobación de los padres. Dentro de las creencias se considera que el espíritu del infante busca una madre y al encontrarla entra en ella. En las comunidades más cerradas existen una seria de prohibiciones para los padres durante el embarazo, el momento del parto y las primeras semanas del bebé. Entre las tantas, si uno de los progenitores come las patas de un animal, su hijo nacerá con las piernas torcidas. Alimentarse de otras carnes impuras también provoca la mudez, epilepsia, ceguera, etc.

     Viyen trabaja en el juzgado local ejerciendo de traductor e intérprete en el asesoramiento a los aborígenes. Es una medida que intenta evitar las condenas por interpretaciones lingüísticas erróneas que se produjeron en el pasado. Una de sus pasiones es la comunicación, años atrás dirigió talleres de radio comunitaria en poblados cercanos con el objetivo de que los jóvenes qom ampliaran sus horizontes. Su lucha busca recuperar la autoestima de su gente: el valor de pertenencia y rescatar las tradiciones ancestrales.

     Nos dirigimos a La Pelolé, un paraje a unos kilómetros del pueblo y habitado en su totalidad por qom. Para llegar atravesamos un barrio periférico de Bermejito, de población mixta de criollos y aborígenes. Al final, en la tierra dura y seca, hay una cancha de fútbol con arcos improvisados de madera y decenas de bicicletas esparcidas por doquier. La mayoría de los muchachos juegan con el torso desnudo y entre quienes llevan remeras predominan las de River y Boca, los equipos más populares de Argentina.

     Nos adentramos en un camino sinuoso, repleto de baches y rodeado de mata espinosa que se ramifica hasta arañar al automóvil. Antes de ingresar a La Pelolé nos detenemos en un barranco que da al río Bermejito. Viyen me cuenta que aquellas aguas de recorrido lento y tonalidades ocre son sagradas para su gente. En el fondo viven espíritus encargados de cuidar el río. Según las creencias de los pobladores de la zona, el incremento de las muertes por ahogamiento en los últimos años es una respuesta de las entidades ante la contaminación ambiental y destrucción de la naturaleza.

     Un puente estrecho de madera, de unos cien metros de longitud, es el único acceso al poblado. Las calles son de tierra, en el centro hay una escuela y una iglesia evangélica. Las casas, construidas hace unos años por un plan de cooperativas, son de material y carentes de revoque, las cocinas de ladrillos están afuera. Cuando llueve por las canaletas de los techos corre el agua hacia unos tanques de plástico en el suelo. En los patios las pocas plantas son protegidas de los animales nocturnos con ramas cruzadas. Unos alambrados sirven de medianeras entre los terrenos.

     Viyen me presenta a su tía y al resto de su familia. Me saludan con respeto, asintiendo con la cabeza, y me permiten el ingreso. Luego ya no me miran, sus ojos se posan en el suelo o en mi acompañante. Nos sentamos en ronda, en sillas de plástico al aire libre.

     Su lengua se llama qom l’aqtaqa, aunque según la región presenta variantes fonológicas y léxicas. Los qom hablan de forma suave, en un tono bajo, por momentos acelerados y en otros pausados. Al escuchar jamás interrumpen a los interlocutores, permanecen atentos y sin emitir sonidos. Cuando alguien finaliza su discurso, esperan unos segundos inmóviles por si el hablante tiene algo más que decir. Los más jóvenes para hablar piden permiso con la mirada a la anciana.

     En el camino de regreso, Viyen me confiesa los pormenores de la plática: la familia estaba esperando que una abogada le terminara unas gestiones con el gobierno. Hacía meses que no sabían nada de la profesional, y cada vez que esta iba les pedía dinero para poder continuar con los trámites. Viyen muta del silencio al enojo y me revela que la gestión es gratis y de ejecución inmediata. Antes de llegar a Villa Bermejito, al costado del camino de tierra, veo a unos jóvenes en ronda oliendo el interior de una caja de vino, adentro hay nafta, el inhalante de costo más accesible. La escena se repite una y otra vez más adelante.

Qom en el chaco, provincia del chaco
La Pelolé

     Para la juventud y los mayores las fuentes de trabajo son escasas y con bajos ingresos, además del prejuicio constante que padecen. Quienes trabajan, en general, lo hacen en el mercado informal, en oficios como albañil, en las cosechas estacionales, y en los lugares más rurales, en obrajes. Por otra parte, la mayoría de la población recibe planes y ayudas sociales.

     En cuanto a la educación, desde la década del ochenta del siglo pasado se producen avances. La provincia del Chaco es la única que admite tres lenguas oficiales, además del español: el qom, wichís y moqoit. En 1987 se sancionó la ley Provincial N.° 3258 del Aborigen Chaqueño que reconoce el derecho a estudiar sus propias lenguas a los pueblos originarios en las instituciones de enseñanza primaria y secundaria de la provincia.

     En principio surgió la figura del auxiliar aborigen que actuaba con los docentes no indígenas encargados de los cursos. Aunque en la práctica se limitó a ser un traductor de los contenidos de la política educativa estatal. En la década del noventa se aprobó un Programa de Educación Bilingüe Intercultural y se formaron maestros. Luego, a comienzos del nuevo siglo, surgen los profesores destinados a secundaria.

     Para Viyen fue un avance importante, ya que el primer idioma que aprendían los niños era el nativo. Al ingresar a la escuela la adquisición abrupta de un sistema lingüístico y cultural ajeno acarreaba dificultades en el aprendizaje. Situaciones que escapan a la comprensión de las autoridades y generaban prejuicios sobre el nivel intelectual o posibilidades de los niños qom.

     Al otro día, en la mañana, recorro comercios y dialogo con criollos en el centro. Un hombre de mediana edad me dice que está cansando de trabajar para mantener al resto de la sociedad. Según él “los indios” son vagos, no tienen cultura de trabajo y solo se preocupan por cobrar los planes sociales y subsidios estatales. Voces como esa son frecuentes entre los criollos de mejor pasar y se agravan cuando se producen los cortes aborígenes de rutas nacionales.

     A unas cuadras, en un parque, una joven que vive del turismo me cuenta que los prejuicios y la discriminación están ocultos, que muchos lo practican sin ser conscientes. Para ella, esa “gente” apenas sobrevive en la misera y sin las ayudas estatales estarían muertas. Entre esas posturas, variando en los grados, se moldean las opiniones que ahondan en una brecha profunda.

     En la periferia del pueblo encuentro una iglesia evangélica pequeña y de construcción humilde. El sincretismo es un rasgo muy fuerte en el Chaco. En cada diálogo con los qom no me deja de sorprender su excesiva religiosidad, por momentos se confunde su cosmovisión milenaria con el cristianismo. Los orígenes se remontan a la década del cuarenta del siglo XX, cuando arribaron los primeros misioneros pentecostales a la provincia, antes habían estado los franciscanos y jesuitas.

     Gran parte del éxito de los protestantes radicó en que, a diferencia de otras vertientes del cristianismo, no pretendieron imponer la adoración de imágenes. Otro rasgo fundamental fue el valor de la danza, cargado de un carácter ceremonial para los qom. Los cultos y ceremonias indígenas se practicaban en la noche y quienes asistían danzaban y bailaban durante horas en estados de trance y ajenos al cansancio. Esto afectaba los ritmos de trabajos de las empresas, por lo que las ceremonias eran perseguidas y prohibidas. A las agrupaciones no católicas se les exigía un permiso legal para practicar sus cultos y ceremonias públicas y se las fijaba en un horario predeterminado. No ser perseguidos y poder celebrar sus ceremonias, aunque sea de forma híbrida con prácticas cristianas, fue el motivo de muchas afiliaciones indígenas a esas agrupaciones.

     En la tarde regresamos a La Pelolé. Debajo de su brazo, Viyen lleva un sobre de manila con formularios que la familia debe rellenar para finalizar los trámites. Del monte, detrás de las casas, un hombre carga unos leños. En el hogar de su tía, dos mujeres jóvenes trabajan confeccionando cestos artesanales. Mientras una desfibra unas hojas de palma que yace en su regazo, la otra se encarga de elaborarlos. Por tradición las madres son quienes enseñan a tejer y recolectar frutos de los montes.

     Para los qom la mujer tiene un valor sagrado. En el mito de su origen abundan detalles, aunque difieren los protagonistas en algunas versiones. En resumen, los hombres, que a su vez también eran animales, salían a cazar y cuando regresaban dejaban la carne en las chozas. En la noche, las mujeres, que vivían en el cielo, descendían por unas cuerdas y se comían el alimento. A la mañana siguiente, cuando los hombres iban a buscar las provisiones, ya no estaban. El hecho se repitió y los hombres dejaron de guardia, primero una liebre, o conejo, y luego un papagayo. El ave, oculto, vio descender a las mujeres y comerse los alimentos. Ellas lo descubrieron y le cortaron el pico, por lo que no pudo comunicar lo que sucedía.

     Por último dejaron de vigía a un carancho, aunque hay versiones que era un águila o un halcón. Este descubrió a las mujeres y cortó la cuerda. La mitad de ellas cayeron a la tierra y las otras, al no poder descender, formaron las estrellas.

     Al caer la tarde, la anciana me mira y en un perfecto español me autoriza a tomar fotografías. Viyen asienta la cabeza, en nuestro primer encuentro me había dicho que existe desconfianza debido a que los políticos cuando necesitan de votos llevan muchas cámaras. Atrás de la casa, seis niños se agrupan entusiasmados alrededor de una fogata que armaron. Mi presencia los distrae y paso a ser el objeto de sus miradas. Corren hacia donde estoy y señalan la cámara. Les muestro las imágenes y se asombran al verse en ellas. Aunque parezca irreal, me pregunto si en este mundo globalizado han visto alguna vez una cámara.

...

©  Aníbal Nario

bottom of page