María
“Tuve una linda infancia en Artigas. Mi madre era soltera, tenía cuatro hijos cuando se juntó con mi padre. A partir de ahí, no pasó hambre ni necesidad. Fue más respetada por la gente, porque en aquella época ser madre soltera no era bien visto.
Vivíamos en el Ayuí, era un barrio muy pobre, no teníamos agua potable ni luz. Un vecino tenía una batería y con mis hermanos íbamos a ver la tele en blanco y negro.
Los pisos de las casas eran de tierra. Se ponía un brasero y una lata, y se comía comida de olla: poroto, lenteja, ensopado, guiso. Después cuando vino la cocina a gas comíamos cosas diferentes, la primera comida que hicimos fue panqueque.
A mi padre le decían el “Tío Pedro”, tenía una carretilla con burros, vendía naranjas, sandías, porotos verdes, etc. Se levantaba a las 3 de la mañana para ir a la chacra y preparar la carretilla, y se iba a la ciudad a vender. Cuando llegaba a la casa de noche las manos le sangraban, siempre estaban hinchadas. Con mis hermanos lo veíamos llegar y era una alegría enorme, traía el pan, la leche y la verdura. Mamá, con el fuego en el piso, lo esperaba para cocinar.
Una vez a mi padre le acuchillaron dos burros. Fue la única vez que lo vi llorar, no tenía consuelo, pasó mucho tiempo sin poder trabajar. Él siempre nos decía:
Dem água para os burros, porque eles trazem a comida... ele é o pai de vocês".