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María

 

MÁS

     "Viajar es un sueño que tenía con Guille desde chicos. Cuando nos conocimos, hace veintiséis años, teníamos dos grandes sueños; uno era armar una familia y el otro recorrer América. Queríamos hacer un viaje desde otro punto, conocer los pueblos, recorrerlos con los cinco sentidos. Siempre me gustó saber más de otras culturas, compartir y transmitir eso a mis hijos. Cuando te decidís a vivir viajando no es fácil, es un proceso interno que finaliza en el propio viaje. Al principio lo único que hacés es procesar eso que te va pasando, que vas a salir de viajero y desprenderte, porque no podés irte con todo lo que tenés en una casa. Hay que aprender a vivir con menos cosas y en ese proceso te volvés más solidario. Es un de desprendimiento interior y exterior. 
     Al principio lloraba todo el tiempo. Pensaba que no iba a ver a mis hijos(se refiere al mayor que no hace parte del viaje), veía los juguetes que tenían de chicos o las fotos y me preguntaba quién se los iba a quedar. Después te das cuenta de que lo que viviste no hay nada que te lo quite, está en tu alma, como un tesoro. Todo eso fue un proceso que duró tres años. Hace seis que nos decidimos a salir de viaje. El primer día miré para arriba y dije “te doy mi mano y no me sueltes", porque era encomendarme a que Dios me iba a cuidar y lo que tenía que pasar iba a pasar.
     Me sorprendió la gente, te conocen y te invitan a tomar mate y te llevás amigos. El ser humano me sigue sorprendiendo, para bien. Antes estaba decepcionada con algunas cosas del ser humano que me causaban impacto: la mezquindad o la violencia. Pero me di cuenta de que hay miles de personas sembrando en cada lugar, es como si fuera un gran árbol con un montón de ramitas que están haciendo cosas buenas por el otro, sin pensar en recibir. Y eso es lo que hace bien al mundo".

Guille

 

     " Viajamos para tomar la manija de la vida, vivirla de otra manera. Soñaba con este viaje desde que la conocí a María, hace veintiséis años, en un baile. Aquella noche le propuse agarrar el primer ómnibus que venía e irnos a donde nos llevara, como amigos, a cualquier parte. Años después me contó que tenía muchas ganas de subirse, pero en aquel momento recién nos conocíamos y no se dio.

     Viajar es un proceso interno que nos trajo mucha paz,  maduramos como seres humanos. Las artesanías las empezamos a hacer ahora. María ya pintaba, Sofía arrancó con el macramé al principio del viaje y hoy hace mil cosas. Hay que darse idea, contagiarse, uno convive con artesanos y todo viajero quiere enseñarte algo, nadie es celoso de su trabajo.

    Viajar no tiene fin. La idea ahora es llegar a Colombia.

 Nuestra hija menor sueña con conocer África, es una meta a futuro".

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