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La reina

     El imperialismo cultural se observa con la muerte de una reina de un sitio lejano. No sorprende que los grandes medios de comunicación, de los países que ostentan la agenda pública, publiquen una y otra vez “recuerdos” y “proezas heroicas bajo su mandato”. No sorprende que grandes deportistas, celebridades mundiales, políticos de ese lado del mundo le rindan homenajes y hermosas palabras. Quienes hacen las leyes, escritas o no, le dicen al resto, a esos otros que no existen como “es y debe funcionar el mundo”.


     Y si hay dominadores, tristemente habrá dominados.


     Por eso no debería sorprendernos cuando autoridades gubernamentales de este lado hacen cartas y “pésames sentidos”, y llegan a declarar días de lutos como si se tratase de héroes locales.


    Esos "otros" deberíamos pensar que se fue una figura pública que representa a uno de los sistemas de opresión más temibles que ha tenido la humanidad en su historia: la monarquía. Un sistema que es el poder en su expresión más cruel, poder de determinar, bajo estrictas convicciones, como debe vivir y pensar el resto, utilizando métodos de explotación económica, política y social.


     Al entrar en un almacén de barrio escucho a unos vecinos hablar sobre la muerte de una reina y que los medios van a pasar el minuto a minuto del velorio, que el rey va a ser tal o cual. El cajero, cuando se van los vecinos, mueve la cabeza en forma reprobatoria y me dice con sarcasmo que con tantas cuestiones más importantes la gente y los noticieros se ponen a hablar de una reina. Sonrío y pienso que a la gente “común” cuando al otro día vean a los medios seguir en la misma rosca, quizá les invada una sensación de que en el mundo, sin importar el lugar que se habite, todo es tan inconexo y burdo.

©  Aníbal Nario

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