top of page

Sobre el crepúsculo y las luces mágicas

Sobre el crepúsculo y las luces mágicas

     Me detengo en una calle para descansar, apoyándome contra un poste cubierto de carteles de terapias alternativas. El ocaso está a punto de finalizar, y pronto la luz será completamente artificial. Los sonidos de las bocinas de los vehículos se acoplan con los murmullos de la gente y los gritos de los vendedores ambulantes. En la vereda, recostada contra la pared de un edificio, una mujer espera apáticamente que alguien le deje unas monedas. En el local contiguo, una hermosa modelo luce radiante en la fachada. Un ómnibus se interpone en mi visión, mostrando la propaganda de una pareja plácida y un mensaje sobre un servicio de seguros.


     Gentes lindas aparecen por doquier en los cientos de fotos a mi alrededor, con sonrisas encantadoras, dientes perfectos, ojos brillantes, pieles frescas y físicos cuidados. Pero en las calles veo pasar personas sin nombres, que caminan apresuradas y chocan entre sí, sin mirarse ni disculparse. En los asientos de los transportes, hay caras de fatiga, cuerpos inclinados y miradas perdidas en alguna otra parte. Pegado al cordón, un vendedor pasa cargando un carro repleto de hierbas con inscripciones sobre su uso eficaz.


     Reanudo mi marcha, paso al lado de una farmacia y noto que es la tercera en cuadra y media.

Miro al cielo, buscando alguna nube que me invite a imaginar figuras y fantasear historias, pero es en vano ante la cantidad de edificios que se interponen. Pienso en cómo sería ver el crepúsculo desde algún sitio remoto, y al imaginarlo sonrío e inspiro otro tipo de aire. Me pregunto, fastidiado, por qué lo he contemplado tan poco en mi vida, y solo encuentro excusas. Estoy por llegar a casa, quizás prenda la tele, haga zapping, y veré otra vez cientos de personas con sus mágicos mensajes, hasta que poco a poco me duerma y me olvide, como tantas otras personas sin nombres del crepúsculo...

bottom of page